domingo, febrero 21, 2010

Hagamos un trato - Benedetti

Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted

es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

martes, febrero 16, 2010

Miro la puerta entreabierta de pie en el centro de la habitación. Reina la oscuridad en el recinto y sólo un haz de luz se cola por la apertura.

Aprieto los puños y cierro los ojos debatiéndome entre devolverme o seguir. Un olor llega hasta mí, algo fuerte, algo penetrante, y sé que proviene de la otra estancia. Me invita, me envuelve, me atrae.

Doy un paso hacia adelante y me detengo.

¿Por qué la duda? ¿Miedo? ¿De qué? De comprobar que se cumplió mi orden, tal vez?

Ya no vale arrepentirse. Doy cinco pasos más acercándome. Levanto la mano, ahora con decisión, posándola en la perilla dorada y empujo.

La puerta abierta descubre a mis ojos la habitación iluminada. Casi todo sigue como antes a primera vista: la alfombra blanca, la ventana cerrada, la cama impecablemente hecha, los libros en la biblioteca. Sólo aquel olor cambia el lugar, no pertenece.

Cuatro pasos más y el olor está mucho más cerca. ¿Dónde está ella?

Miro a la derecha y al lado de la cama una mancha de vino tinto interrumpe la blancura de la alfombra, me arrodillo a su lado y percibo que una tonalidad distinta se mezcla con ésta; en seguida mi mente la reconoce: sangre. Y casi inmediatamente mis ojos distinguen un cuerpo pálido que yace debajo de la cama.

Mi orden se cumplió, ya no queda nada, solo cerrar la puerta.