domingo, octubre 25, 2009

De luces navideñas...

En esta semana que pasó descubrí algo mientras tenía una conversación de esas productivas con mi mejor amiga: No me gusta que sean intermitentes. Nadie. Ni mis amigos más cercanos, ni mi profesor de taller, y mucho menos el chico con el que tengo un no-sé-qué.

Me gusta tener las cosas seguras, saber con qué cuento. Tener claro lo que poseo y lo que no, porque eso de la incertidumbre no fue hecho para mí.

No va conmigo que aparezca un día por esplendor “divino”, sea genial, me haga sonreír, provoque un brillo inusual en mis ojos, se despida con un “te quiero y necesito verte… (Que en su boca no suena trillado sino especial, con mucho sentido y embelesador), y durante tres o más días se pierda como si la tierra se hubiese abierto justo donde él se encontraba y lo hubiese absorbido completico.

Y lo más absurdo de todo es que pasé a llenar la lista de mujeres que mantienen una esperanza, y que cuando, después de un montón de horas, la tierra los deja en libertad y las saludan vuelven a sonreír, y a levitar por algo que se enciende en su interior. ¿Qué me pasó? Me atacó la debilidad, me volví vulnerable. ¿Pero en qué momento? No tengo la más coñera idea. Aunque me encantaría saberlo: ¿En qué momento pasó de ser un no-sé-qué como cualquiera de los que ha pasado en mi vida, a ser alguien de verdad importante y con un sentido más profundo? Porque eso fue lo que pasó; seguramente si no hubiese sido así, después de la primera desaparición yo habría emigrado con mi orgullo en el cielo a otro lado. Es más, la desaparición habría sido efectuada por mí, no por él.

Pero el punto acá, más que mis interrogantes existenciales, es que no me gusta la intermitencia… Por eso no me gustan las luces de los árboles navideños!

lunes, octubre 12, 2009

Cambios!

Desde la última vez que publiqué (hace cuatro meses exactos) se han efectuado algunos cambios en mí. Hoy tengo las uñas menos largas, me he cortado el cabello dos veces, y en la última casi me lo quito por completo. He vuelto a demostrar la ternura que guardé hace dos años bajo una dura capa de insensibilidad; pero aún así decidí dejar de lado las ilusiones.

La pérdida que me producía pánico se disolvió. Ya no están ni las perdidas ni el pánico.

A los hombres los quiero cerca como amigos… o como-algo-más-que-amigos (y no a todos!). Nada serio que implique presentar a la familia, a los amigos y demás entornos… O tener que planear encuentros para que la rutina no absorba lo que empezó bien.

Kilos pesados: 49… Lo cual me asombra porque esperaba haber subido de peso gracias a la ansiedad que estoy manejando; pero en cierta parte es mejor y envidiable: se aumentó la cantidad de comida ingerida y se disminuyó el peso 6 Kilos.

Otras Novedades: Ya no peleo tanto con mi papá, busqué una cita con el psicólogo de la Uni pero hasta él me huye y soy una adicta compulsiva.

… No voy a prometer que escribiré más seguido, porque nunca lo cumplo! Pero prometo sonreir más. Ah! Empezaré un curso de yoga, así que seré más “serena”.

Y para cerrar algo de Angela Botero que me enredó:

“Ella hará todo porque

Le asusta

No ser

Lo que el busca.

El hará todo

Para que ella

Sonría y sea

Suya un día”